El Principito es uno de esos libros que no te deja indiferente.
Lo he leído varias veces y siempre encuentro un mensaje nuevo en su interior. Se lo leía a mis hijos cuando eran más pequeños. Es una historia preciosa que nos enseña mucho sobre la calidad humana.
El narrador cuenta que una vez, cuando era un niño, hizo un
dibujo de una boa que digería a un elefante; sin embargo, todos los adultos que
veían el dibujo lo interpretaban erróneamente como un sombrero. Cuando el
narrador trata de corregir esta confusión, se le aconseja que deje de lado los
dibujos y se dedique a algo más productivo. El narrador entonces se lamenta de
la poca comprensión que tienen los adultos por la creatividad.
Ya un adulto, el narrador se ha convertido en un piloto y,
un día, su avión sufre una avería en el desierto del Sahara, lejos de la
civilización. Sin embargo, de la nada aparece un pequeño niño al que el
narrador llama «el principito». Este le pide que le dibuje un cordero, pero en
su lugar, el narrador decide mostrarle su viejo dibujo del elefante dentro de
la boa, que, para su sorpresa, el príncipe interpreta correctamente. Después de
varios intentos fallidos de elaborar un cordero, el narrador, en su
frustración, termina por dibujarle una caja y le explica que el cordero se
encuentra en su interior; el principito lo acepta y le responde que eso era lo
que quería.
Con el pasar de los días y mientras el narrador intenta
reparar el motor de su avión, el principito cuenta su historia de cómo llegó a
la Tierra. Este comienza describiendo su pequeño planeta de origen: un
asteroide —el B 612, según el narrador— un poco más grande que una casa. Las
características más destacada del asteroide son sus tres pequeños volcanes, uno
de los cuales se encuentra inactivo, y sus variedades de plantas. El príncipe
cuenta cómo pasa sus días en su pequeño planeta: limpiando los volcanes y
quitando ciertas semillas que infestan el suelo, sobre todo las semillas de los
árboles baobabs que constantemente tratan de crecer. Al parecer, el principito
quería un cordero para que se comiera esas plantas indeseables, hasta que el
narrador le dice que un cordero también podría comerse a una rosa con espinas.
Al oír esto, el príncipe habla del aprecio que tiene por una misteriosa rosa
que de pronto empezó a crecer sobre la superficie del asteroide hace algún
tiempo. El pequeño explica que cuida y protege a su rosa con un biombo y una
cúpula de cristal y aunque estaba encantado con ella, de pronto empezó a sentir
que se estaba aprovechando de él. Así, el principito decidió abandonar su
planeta y explorar el resto del universo. A pesar de que la rosa se disculpó
por su vanidad y ambos se reconciliaron, esta le animó a seguir adelante con su
viaje y el príncipe obedeció.
El resto tendréis que leerlo si no lo habéis hecho ya. El libro es indispensable y poca gente hay que no vea la genialidad del autor.
A mi me apasiona este libro. ¿Sabe alguien si hay una pelicula de dibujos sobre el?
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